SCT, garante de la función social de la televisión
Hacia el inicio de la década de los sesenta, la SCT informó que, de todos los estados de la República Mexicana, sólo seis carecían de emisoras de televisión: Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán.1 Por ello, y debido a que la capacidad instalada lo permitía, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes presentó en enero de 1964, un proyecto de televisión educativa que se proponía abarcar el centro del país aprovechando los avances que hasta entonces ofrecían la radio y la televisión.2
Llevar la educación a distancia se convirtió en un desafío para la SCT y otras secretarías de Estado
La idea encontró eco gracias a las necesidades de alfabetización con las que México había arribado a los albores de los años sesenta, caracterizadas por la insuficiencia de escuelas y docentes que impartieran enseñanza secundaria.3 Llevar la “educación a distancia” se convirtió entonces en un desafío asumido no sólo por la SCT, sino por las secretarías de Gobernación, Salubridad y, desde luego, por la Secretaría de Educación Pública, la cual tuvo que evaluar la efectividad (pedagógica y temporal), de educar con un modelo distinto al tradicional, inspirado en el sistema telescuola que logró mitigar la crítica realidad de la educación en una nación como Italia.
El concepto de una televisión con función social ya había tomado cuerpo desde enero de 1960 con la publicación de la Ley Federal de Radio y Televisión que regulaba los servicios prestados, enfatizando el papel del Estado como garante de la utilidad pública de ambos medios.4 Contribuir a elevar el “nivel cultural del pueblo, conservar las características nacionales, promover la transmisión de programas de divulgación con fines de orientación social, cultural y cívica, así como facilitar la operación de las estaciones difusoras”, se determinó como un objetivo a cumplir a nivel federal
Dentro de las principales competencias de la SCT, en materia de radiodifusión, plasmadas en esta Ley, figuraron las de “otorgar y revocar concesiones y permisos para estaciones de radio y televisión; autorizar y vigilar, -desde el punto de vista técnico-, el funcionamiento y operación de las estaciones y sus servicios; e imponer las sanciones correspondientes a la esfera de sus atribuciones”5, entre otras. La Secretaría también quedó facultada para determinar la naturaleza y propósitos de las estaciones de radio y televisión, las cuales podían recibir la clasificación de comercial, oficial, cultural, de experimentación o de escuelas radiofónicas. De esta tipología, todas, excepto las concesionadas a particulares, requerían sólo del permiso de la SCT para operar a lo largo y ancho del país. La misión de extender la educación pública por el territorio nacional, exigió de personal especializado, sobre todo, para instalar los receptores en los sitios adecuados y de mayor necesidad en cada una de las comunidades en los que el servicio de televisión se proporcionaba.
TELEAULAS PARA EDUCAR A DISTANCIA
“Alfabetización por televisión” fue un proyecto dirigido a combatir los altos índices de analfabetismo
El 24 de febrero de 1965 se dio a conocer el proyecto “Alfabetización por televisión”, cuya finalidad consistía en combatir los altos índices de analfabetismo con el uso de la tecnología y así, integrar un modelo de educación útil en lugares que, por su ubicación lejana o población reducida, carecían de espacios escolares y de personal docente desplazado, en su mayoría, a las zonas urbanas porque ahí tenían mejores condiciones de trabajo.6 Así, las clases de Telesecundaria, se emitieron formalmente, a partir del 16 de agosto de 1965, en circuito cerrado, de forma más bien experimental y con mil 229 alumnos inscritos. No obstante, su desarrollo fue tal, que al arrancar 1968, tuvo que adoptar un modelo abierto, aceptar una matrícula de 6 mil 569 alumnos distribuidos en ocho estados: Hidalgo, Puebla, Estado de México, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala, Morelos y, el entonces, Distrito Federal.
Los estudiantes de dichas entidades recibieron el apoyo y la asistencia de la SCT, que con su personal hizo posible que “desde la trastienda de un comercio, el salón de juntas de un sindicato, la habitación de una casa o la sacristía de algún templo”, fuera posible transmitir en directo, las enseñanzas dirigidas a los alumnos de secundaria.7
La SCT trabajó en un proyecto de Televisión Rural destinado a regiones de alta marginación
Nacida como uno de los proyectos más ambiciosos para llevar educación mediante la tecnología de comunicación más importante de la época, la Telesecundaria terminó por abrir nuevos usos para el medio masivo de mayor penetración en México8. En este sentido, el aporte de la SCT fue tan relevante, que en 1970 se le encomendó trabajar en un proyecto de Televisión Rural destinada a regiones de alta marginación, explotando las estaciones oficiales con las que el gobierno federal contaba. Si bien, el proyecto tomó un rumbo diferente (contenido cultural), significó la participación plena del Estado mexicano en la conformación y operación de una las redes de medios públicos más grande a nivel nacional e internacional.