La Casa de Correos
Es la mañana del 17 de febrero de 1907 y se ve entrar al presidente de la República general don Porfirio Díaz Mori y su comitiva, a un espléndido edificio muy cercano a la Alameda.
Se trata de la inauguración del palacio Postal, inmueble que reflejaba –además de la creciente importancia del empleo del correo como instrumento de comunicación– el anhelo progresista del mandatario por hacer de México una nación próspera, moderna, equiparable a cualquiera de Europa. Al caminar por este lugar, propios y extraños no pueden más que admirar esta monumental obra que al paso de los años se ha convertido en uno de los símbolos del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Como antecedentes se sabe que el 3 de junio de 1901 se asignó un millón de pesos para su construcción, y que el presidente Díaz colocó la primera piedra el 14 de septiembre de 1902. Su costo total alcanzó la cifra de poco más de dos millones 900 mil pesos; el proyecto estuvo a cargo del Arq. Adamo Boari, italiano, y la construcción por cuenta del ingeniero mexicano Gonzalo Garita. El ministro de Comunicaciones y Obras Públicas, Ing. Leandro Fernández, y el Ing. Norberto Domínguez, director de Correos, acompañaron a la comitiva de estado.
El estilo general del edificio se acerca en sus lineamientos generales al español antiguo; posee algunos caracteres del llamado plateresco, que dejó tantas reliquias en México. Su aspecto exterior no puede ser más grandioso. Está hecho de clarísima piedra blanca
Llama la atención la magnífica escalera de hierro fundido, con remates primorosos, que da acceso a los pisos superiores. Preciosos globos rematan los ángulos del pasamano de la escalinata, cuyos escaños son de hermoso mármol blanco
La mayoría de los capitalinos conocemos este gran palacio y admiramos cada uno de sus numerosos detalles constructivos y ornamentales. Te invitamos a “verlo” a través de los ojos del escritor Eugenio Espino Barros en 1910.
El estilo general del edificio se acerca en sus lineamientos generales al español antiguo; posee algunos caracteres del llamado plateresco, que dejó tantas reliquias en México. Su aspecto exterior no puede ser más grandioso. Está hecho de clarísima piedra blanca. El plateresco que lo realza, deslumbra en multitud de detalles: gráciles columnillas, arcos de medio punto, festones caprichosos que ciñen la balaustrada y los balconcillos arábigos, coronados con escudos, a cuyos lados se destacan figuras de grifos y leones. Corona el edificio una suntuosa galería cuyo principal motivo de decoración son las columnillas arábigas y las rosetas caladas
Llama la atención la magnífica escalera de hierro fundido, con remates primorosos, que da acceso a los pisos superiores. Preciosos globos rematan los ángulos del pasamano de la escalinata, cuyos escaños son de hermoso mármol blanco. Bajo el encristalado que corona el interior de esta casa, y sobre los arcos que forman arriba los corredores, están realzados, en bellísimos relieves a colores, los sellos postales de todas las naciones del mundo civilizado.
Las columnas son de hermosos tecalis y las coronan bellísimos capiteles compuestos, que constituyen uno de los distintivos de esta obra. Los mostradores de despacho al público están hechos de mármoles de colores diversos y de variados tecalis, ricos en vetas. El cancel que limita unas con otras las dependencias de que está hecha la distribución interior del edificio, se apoya sobre hermosos mármoles veteados y verdes, y es en sí mismo un primoroso trabajo de fundición, en el que se admiran diversidad de pormenores.
En la obra de fundición de bronce, que completa la ornamentación, admíranse dos magníficos dragones de fierro fundido, que cercan la gran puerta de entrada. Esta encuéntrase sostenida sobre mármol y la corona una espléndida marquesina que sostienen, a manera de puente levadizo, dos soberbias cadenas colgantes1.
En ocasión de su inauguración, se interpretó la obertura “Carnaval”, a cargo de la orquesta del Conservatorio Nacional de Música bajo la dirección del Maestro Carlos J. Meneses; así como la “Polonesa Heroica” de Chopin, y pintorescos bailables extraídos de la ópera “El Cid”, musicalizada por Jules Massenet.2
Al término del evento inaugural don Manuel H. San Juan ofreció un poema de su autoría3, alusivo a la Unión Postal:
Este 17 de febrero se cumplieron 112 años de la existencia de este hermoso edificio que ha servido siempre al pueblo de México. ¡Celebremos con él un nuevo aniversario visitándolo una vez más
Muchos eventos han tenido cabida en este inmueble que ha conservado por fortuna su uso original. En junio de 1925 se estableció el Museo Postal, reorganizado en mayo de 1952. También se conmemoró el 1 de agosto de 1956 el Centenario de la emisión de la primera estampilla del correo mexicano (1856).
Las formas de comunicarnos han evolucionado bastante, creeríamos que el correo no es más un medio útil de comunicación pero no, basta ver a numerosas personas formadas para mandar sus cartas o paquetes, y qué decir de los cientos de niñas y niños que van a dejar su carta en Navidad a Santa Claus y los Reyes Magos. Este 17 de febrero se cumplió un aniversario más de la existencia de este hermoso edificio que ha servido siempre al pueblo de México. ¡Celebremos con él un nuevo aniversario visitándolo!