Hermila Galindo, una mujer moderna y del porvenir
La esfera de la mujer está en todas partes,
porque la mujer representa más de la mitad del género humano,
y su vida está íntimamente ligada a la de la otra mitad.
Los intereses de las mujeres y de los hombres no pueden separarse.
La esfera de la mujer está, por lo tanto, dondequiera que esté la del hombre;
es decir, en el mundo entero.
Hermila Galindo nació el 2 de junio de 1886, en Ciudad Lerdo, Durango. Fue hija de Hermila Acosta y de Rosario Galindo. Quedó huérfana de madre a los tres días de nacida y, su padre, murió cuando ella tenía 16 años de edad. Después de los estudios primarios, se instruyó en taquigrafía, mecanografía y telegrafía, materias que impartió como profesora, -además de gramática-, en colegios de Torreón, Gómez Palacio y Ciudad Lerdo.
El México en el que Hermila Galindo creció se caracterizó por el ideal de “orden y progreso” difundido por el gobierno de Porfirio Díaz, quien se dio a la tarea de modernizar a la nación y “ponerla al día” de los avances civilizatorios en occidente. Las comunicaciones, los transportes y las obras públicas sirvieron entonces al propósito del régimen que se empeñó en “ser el portador de una nueva época”, tal y como lo había sido el telégrafo desde la segunda mitad del siglo XIX en México.
Formarse o dedicarse a la enseñanza de la telegrafía tuvo gran prestigio entre los siglos XIX y XX
La capacidad de enlazar estados, regiones y países ubicados a enormes distancias, hizo de la telegrafía una actividad fundamental para el desarrollo económico, la circulación de información nacional e internacional publicada en la prensa y, particularmente, para tomar el control político y territorial de aquellos lugares en los que el gobierno mexicano tenía escasa o nula presencia. Por ello, formarse o dedicarse a la enseñanza de la telegrafía tuvo un enorme valor en el tránsito del viejo al nuevo siglo XX. En especial, porque se incorporó a la operación de medios de transporte tan importantes como el ferrocarril y los buques marítimos, entonces bajo la responsabilidad de la SCOP.
Encontró en la telegrafía una actividad con la cual “bastarse a sí misma”
Heredera del ejemplo de mujeres como Luz Bonequi, -primera telegrafista graduada en México-, que había demostrado no tener límites para elegir, estudiar y dedicarse a cualquier profesión, Hermila Galindo encontró en la telegrafía una actividad mediante la cual “bastarse a sí misma y forjarse un porvenir”.1
A REVOLUCIONAR LAS IDEAS, LAS CONCIENCIAS Y LA LEY
En el club "Admiradoras de Juárez” cobró conciencia sobre la necesidad de transformar a la nación
Sumamente interesada en la realidad del país durante el Porfiriato, así como en la condición de sumisión de las mujeres, Hermila Galindo se unió en 1906, al grupo "Admiradoras de Juárez"2, en donde cobró conciencia del descontento político y social que alertaba sobre la necesidad de una transformación profunda en la vida de México.
Convencida de que debía participar en los asuntos públicos y reivindicar el papel de la mujer, la joven Hermila se trasladó en 1911 a la Ciudad de México, donde además de trabajar como profesora en el Internado Nacional de Estudios Preparatorios y Mercantiles, se desempeñó como secretaria particular del general Eduardo Hay, hombre cercano al maderismo. En esa etapa, la infatigable Hermila vivió en el vórtice de los acontecimientos políticos, pues tras los asesinatos en 1913, de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez a manos de Victoriano Huerta, decidió que sus esfuerzos a favor de la libertad y la democracia debían redoblarse.
En La Mujer Moderna abordó la situación de la mujer en México y el mundo
Determinada por el ambiente que animaba a revolucionar las ideas y las conciencias, Hermila incursionó en el periodismo para publicar sus primeros textos en el órgano constitucionalista El Pueblo, en cuyas páginas editó y redactó una sección semanal dedicada a la mujer. Volcada, a partir de ese momento, a la reflexión y difusión del feminismo y los derechos de las mujeres, Galindo decidió fundar y dirigir el semanario La Mujer Moderna, en donde abordó la situación de la mujer en México y el mundo3, exponiendo ideas relativas a la dignificación social de las mexicanas, su educación y elevación moral, pero, sobre todo, a su exigencia del derecho a votar y ser votadas: “si el hombre pone al servicio de la Patria su brazo y su cerebro, nosotras pondremos cerebro y corazón. La grandeza del alma de la mujer mexicana le viene por abolengo, lo dice nuestra historia.”4
Entre sus propuestas figuró la de impartir clases de educación sexual en las escuelas
Para enero de 1916, Hermila Galindo participó en el Primer Congreso Feminista de México celebrado en Mérida, Yucatán, a donde envió y fue leída su ponencia “La mujer en el porvenir”. Entre sus propuestas más polémicas estuvo la de incluir clases de educación sexual en la enseñanza escolar, pues desde su perspectiva, conocer “el cuerpo y las prácticas higiénicas, podía evitar males sociales relacionados al desconocimiento sobre el instinto sexual como, por ejemplo, la procreación de hijos no deseados.”5
En 1917 defendió el reconocimiento del voto para la mujer en la nueva Constitución
Tras casi un año de realizado el Congreso Feminista, Hermila Galindo -en otro acto progresista e inédito en la historia política de México- dirigió una iniciativa al órgano Constituyente reunido en Querétaro (enero de 1917), argumentando la necesidad de reconocer y otorgar el voto a las mujeres mexicanas en la nueva Carta Magna basándose en el principio de la igualdad de los derechos individuales.6
Aunque la demanda de Hermila Galindo no logró la conquista que ella deseaba, a partir de entonces consagró su vida a propagar los principios de libertad, equidad y justicia para las mexicanas, a través de la educación y la creación de consejos feministas que sirvieran como un medio para lograr su emancipación y autonomía.
Tras décadas de lucha, el voto femenino se otorgó a las mexicanas el 17 de octubre de 1953
Hacia el año 1923, Hermila Galindo se instaló en los Estados Unidos y fue hasta la década de los años cincuenta del siglo pasado que regresó a la vida pública de México, pues el entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) reconoció su lucha y aporte en la consecución del voto femenino, el cual fue reconocido constitucionalmente el 17 de octubre de 1953. Después de casi un año de ver cristalizado el fruto de su lucha en defensa de las mujeres, la pensadora, profesora, oradora y periodista Hermila Galindo murió el 19 de agosto de 1954 acompañada de su fiel e incansable máquina de escribir, en cuyo rodillo quedaron las últimas páginas en las que reflexionaba sobre los problemas nacionales y la urgencia de que la sociedad mexicana fuera más justa.