Renato Leduc, telegrafista
En diferentes oportunidades, el poeta, escritor y periodista Renato Leduc, calificó su ingreso a la Escuela Nacional de Telégrafos en 1910, como uno de los momentos decisivos en su vida, pues además de aprender un oficio que le permitió sobrevivir económicamente la muerte prematura de su padre1, cultivó un estilo conciso y rápido -como de “látigo”- que, pasados los años, lo auxilió en la labor periodística a la que se entregó por cerca de cincuenta años.
Debido a la importancia del telégrafo en México durante el periodo de entresiglos, la SCOP lo trató como un ramo prioritario
La importancia del telégrafo durante el periodo de entresiglos (del XIX al XX) en México, era innegable, pues además de ser un medio de comunicación innovador, logró integrarse y volverse fundamental para transportes como los ferrocarriles y los barcos, por lo que la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, lo trató como uno de sus ramos prioritarios, al tiempo que el gobierno federal se ocupó de capacitar y especializar a nuevas generaciones de telegrafistas en una institución educativa creada expresamente para ello.
La Escuela de Telegrafía garantizó la formación de nuevas y mejores generaciones de telegrafistas
Nacida por iniciativa de Porfirio Díaz en 1891, la Escuela de Telegrafía representó un avance notable en la consolidación del telégrafo como un servicio esencial para el país, ya que permitió garantizar el crecimiento y rendimiento de la red, así como formar, nutrir y relevar con nuevos y mejores telegrafistas a un sector que había logrado comunicar a México hacia dentro y fuera de su territorio de forma prácticamente instantánea.
Estudiar telegrafía significaba aprender uno de los oficios más relevantes de las comunicaciones
Por estas razones, para muchos jóvenes de la época, ingresar a esta escuela se traducía en la oportunidad de aprender uno de los oficios más relevantes dentro de las comunicaciones. Así lo consideró Renato Leduc, para quien estudiar telegrafía tuvo un doble significado, pues siendo un chiquillo, perdió a su padre2 y debió terminar con dificultad la primaria para ayudar a su familia a salir de la situación crítica en la que se encontraban.3
En este primer empleo, donde Renato experimentó las rijosidades de la vida laboral, se dedicaba a tomar recados por teléfono, mediante un primitivo aparato de manija.4 Con todo y las desventajas, Leduc logró hacer dos amigos, uno de los cuales, el señor González, trabajaba de noche como telegrafista en la Secretaría de Guerra y Marina5 y, en el día, como taquimecanógrafo en la compañía de luz. La situación apremiante de “Leduquito” -como entonces lo llamaban-, convenció a González de hacerle una propuesta6, ya que él tenía un hermano en los Telégrafos Nacionales y, gracias a su posición, podía conseguir una beca para que Renato estudiara “una carrerita corta” en la escuela de telegrafía: “ya le dije a tu tío y está de acuerdo. Avísale a tu mamacita. En la primera semana de enero, te llevaré a inscribirte”, le aseguró.7
Las principales lecciones para los telegrafistas fueron el alfabeto Morse, electricidad y magnetismo
Así, gracias a la intervención del señor González, Renato Leduc recibió de la Dirección de Telégrafos una beca consistente en 75 centavos diarios (diez más, de los que percibía en la Mexican Light and Power Co.), para recibir como principales lecciones, el alfabeto Morse, teoría de la electricidad, magnetismo y las conexiones en las oficinas telegráficas.
DE LA COMPAÑÍA DE LUZ A LA ESCUELA DE TELEGRAFISTAS: “¡QUÉ CAMBIO DE AMBIENTE!”
Contando casi 80 años de edad y, consolidado como escritor y periodista, Renato Leduc preservó en su memoria a la escuela de telégrafos como un lugar donde había cambiado de ambiente”8, abriéndole la posibilidad de sobrevivir y aprender cosas valiosas:
Al concluir los tres semestres de estudio en el año de 1913, Renato Leduc salió de la escuela de telegrafía, "listo para todo servicio.”9 En sus palabras:
Numerosos telegrafistas se unieron a las filas revolucionarias para mantener la comunicación desde los frentes de lucha
Estas hazañas de los telegrafistas que poco a poco se unían a las filas revolucionarias, estimularon los días y la imaginación del joven de 16 años que entonces era Renato Leduc, quien escuchaba de sus otros compañeros, las historias de los valerosos empleados de telégrafos que se habían “ido a la bola para rifársela en los campos de batalla”. Extasiado con lo que le contaban, Leduc se preguntaba si algún día, llegaría a ser como alguno de sus colegas telegrafistas.
"SI VIENEN TIEMPOS FEOS…”
En 1913, la Dirección General de Telégrafos prestó un servicio estratégico de las comunicaciones en tiempos de guerra
Alertados de que si el panorama empeoraba, la Dirección General de Telégrafos debía prestar un servicio extraordinario por el uso estratégico de las comunicaciones en tiempos de guerra, Renato Leduc se preparó para lo inevitable hacia febrero de 1913, cuando el gobierno del presidente Francisco I. Madero fue derrocado con un golpe de estado.
Debido a que “a raíz de la muerte de Madero y Pino Suárez la cosa se puso muy fea, pues había muertos por doquier”10, Renato no pudo evitar irse a la “revolución vengadora y redentora que rodaba ya por todos los rumbos de la República, incitando a los espíritus libertarios o, simplemente aventureros, a incorporársele.”11
Magneta, manipulador al cinto del equipo telegráfico y un rifle, fueron las armas de los telegrafistas
Pese a ser un “mocoso” y ver caer constantemente muertos a su alrededor, sobre todo, a sus compañeros telegrafistas, Leduc confesó que nunca tuvo miedo en la Revolución porque estaba convencido de que la situación del pueblo mexicano debía cambiar. Recorriendo el norte de México con la magneta y el manipulador al cinto de su equipo telegráfico, además de un rifle en bandolera, Renato recordaba esos días en que “mugroso y harapiento”, subía a los vagones del Ferrocarril Interocéanico, que salía de la estación de San Lázaro para recorrer la peligrosa ruta México-Cuautla-Puebla y reparar las líneas telegráficas que eran cortadas por los grupos en lucha.
Salvaguardar las comunicaciones del país fue la labor esencial de los telegrafistas durante la Revolución
Arriesgando su vida y sus instrumentos de telegrafía, Renato Leduc viajó innumerables veces en los techos de los ferrocarriles, junto a una escolta de diez o quince hombres, que disparaban un cañón de 75 milímetros al que llamaban El Niño, para repeler a quienes dañaran las instalaciones telegráficas. Consciente de que su labor era vital para salvaguardar las comunicaciones de la nación, el joven Leduc, nunca dudó en servir en las condiciones más adversas y en dar aviso a las oficinas centrales que las líneas estaban listas y funcionando.
Pero como todo en esta vida, la Revolución llegó a su fin, afirmó Renato Leduc en 1982, por lo que “el hombre de lucha, en la paz se aburre. Y, es entonces que busca diversión… me dio entonces por hacer cultura… por superarme, como aconsejaban mis maestros de telégrafos… Me trasladé a la Ciudad de México y me inscribí en la Universidad”12, lugar donde su modesta profesión de telegrafista le ayudó una vez más, ya que pudo trabajar de noche y asistir a sus clases de Derecho, durante el día.
REFERENCIAS
1 Alberto Leduc también fue poeta y periodista. Crítico del régimen de Porfirio Díaz fue víctima de aprehensiones que lo hicieron permanecer en la cárcel por largos periodos. Integrante del grupo de los modernistas, formó parte del grupo de escritores que deseaban una transformación radical de las letras mexicanas en el último cuarto del siglo XIX.
2 Leduc consideró que su infancia terminó con la muerte de su padre porque “siendo yo el primogénito, al saber que ya no contaríamos con el modesto ingreso familiar, me sentí en la obligación de aportar mi contribución para sostener al hogar que perdía a su jefe. Se habló incluso de que yo cortara mi instrucción primaria y me pusiera a trabajar, aunque fuera acarreando bultos en un mercado o en una estación de ferrocarril.” En La vieja guardia. Protagonistas del periodismo mexicano, México, Plaza & Janés, 2005, pp. 67-70.
3 Renato Leduc, Historia de lo inmediato, México, FCE, 3ª. edición, 1997. pp. 115-120.
4 Su trabajo en la compañía de luz consistía en acarrear los medidores y anotar los datos de voltaje consumidos por los usuarios. Después, bajo las órdenes de un noruego, aprendió a arreglar las fallas en la corriente, frecuentes en aquellos años. En su trabajo, Leduc recorría la ciudad cargando una escalerita que le servía para hacer las reparaciones.
5 Según afirmación de Leduc, el señor González era el único telegrafista y telefonista que había en el Ejército Nacional, institución organizada con apego al modelo francés y en donde las comunicaciones eran de vital importancia.
6 En Historia de lo inmediato, p. 122.
7 José Ramón Garmabella, Renato por Leduc. Apuntes de una vida singular, México, Ediciones Océano, 1982, pp. 30-31.
8 Ibid.
9 Ibidem., pp. 32-33.
10 En Renato por Leduc, p. 35.
11 En Historia de lo inmediato, p. 122.
12 Ibidem, pp. 32-33.
FUENTES CONSULTADAS:
Rubén M. Campos, El bar. La vida literaria de México en 1900, México, UNAM, 1996.
Ciro B. Ceballos, Panorama mexicano 1890-1910. Memorias, México, UNAM, 2006.
José Ramón Garmabella, Renato por Leduc. Apuntes de una vida singular, México, Ediciones Océano, 1982.
Renato Leduc, Historia de lo inmediato, México, FCE, 3ª. edición, 1997.
José Luis Martínez S., La vieja guardia. Protagonistas del periodismo mexicano, México, Plaza & Janés, 2005.
Portada: A la muerte de su padre, el joven Renato Leduc buscó trabajo en la Mexican Light and Power Co., sin imaginar que conocería a quien le ayudaría a obtener una beca para estudiar en la Escuela Nacional de Telégrafos.