Va derecha la flecha... roja
Elemento vital para la economía y la comunicación y traslado colectivo de las personas ha sido, desde su creación, el autobús, omnibús o camión. La palabra ómnibus proviene del latín omnibus, y quiere decir “para todos”, que refleja muy bien el carácter colectivo de este medio de transporte. La ciudad francesa de Nantes reclama su origen en 1826 cuando Stanislav Braudy, dueño de unos baños públicos, conducía a sus clientes desde lugares distantes en una suerte de camión tirado por caballos. Dos años más tarde (1828), fundó la compañía Enterprise Générale des Ómnibus; por su parte, en Londres y Nueva York se creó en 1829 el sistema de transporte público. El alemán Karl Benz desarrolló en 1895 el primer ómnibus motorizado.
Las primeras carreteras trazadas y construidas por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, con diferentes destinos, que iban de la ciudad de México a: Toluca, Pachuca, Puebla y Acapulco, motivaron la creación de numerosas empresas de ómnibus o camiones foráneos
En México la presencia del transporte colectivo data de la época virreinal. En 1793 se autorizó el empleo de ocho carruajes “de providencia” pintados de color verde y situados en lugares concurridos como el portal de Mercaderes y la plaza de Santo Domingo. En la segunda mitad del siglo XIX surgieron los trenes de mulitas, primero, y los tranvías eléctricos después, ambos fueron referentes en la manera de transportar a grupos de personas.
En los comienzos del siglo XX los habitantes de la capital de la República fueron testigos de la aparición de algunos camiones de carga (reparto de mercancías), utilizados por la fábrica de cigarros El Buen Tono, y los almacenes comerciales El Palacio de Hierro y la Ciudad de Londres. Hacia 1912 se instalaron los primeros transportes de pasajeros, con las siguientes rutas: Zócalo-Tacuba y Zócalo – La Villa. Los camiones de pasajeros lucían en 1917 asientos de vigas de madera, tablas y otros objetos. Unos años después, en plena década de los años veinte, las unidades de transporte colectivo sumaban 1,722 camiones.1
Las primeras carreteras trazadas y construidas por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, con diferentes destinos, que iban de la ciudad de México a: Toluca, Pachuca, Puebla y Acapulco, motivaron la creación de numerosas empresas de ómnibus o camiones foráneos, de las cuales destacan aquellas conformadas por cooperativas o sindicatos que en los años cuarenta representaban el avance social conquistado por el pueblo de México. Trasladaban principalmente a turistas nacionales y extranjeros a los sitios históricos o de descanso, a bajo precio, en ómnibus de primera: rápidos, cómodos y elegantes, inspeccionados regularmente por la SCOP.
Estas cooperativas estaban formadas por varios propietarios de vehículos que explotaban determinada ruta, para lo cual reunían sus propiedades, esfuerzos y trabajo en una organización común de beneficio colectivo. El Sindicato de Propietarios de Autos-Pullman de la línea México-Cuautla-Matamoros-Oaxaca y Anexas fue fundado en 1926, a fines de los cuarenta disponía de 24 camiones de primera clase y 65 de segunda. En su recorrido incluía centros agrícolas, industriales o comerciales pintorescos y de gran atracción para los turistas. Amecameca permitía admirar los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl; Cuautla ofrecía sus aguas minero-medicinales; Acatlán, su losa primitiva con caprichosas formas de animales, flores…; y Oaxaca, su riqueza cultural (textiles, danzas, artesanías, gastronomía, etc.).2
Los camiones Flecha Roja salían diariamente a varios destinos, por ejemplo, a Cuernavaca cada 20 minutos; a Acapulco, cada hora; a las grutas de Cacahuamilpa, cada hora también. En cuanto a los tiempos de traslado de México a Acapulco (456 km de carretera) el ómnibus hacía 13 horas 25 minutos que incluía las paradas para comer; de México a Cacahuamilpa, empleaba cuatro horas 35 minutos
El Sindicato de Propietarios de Auto-Transportes de las Líneas Unidas del Sur, México-Cuernavaca-Acapulco y Anexas (Flecha Roja) reunía en los años cuarenta a 128 propietarios de ómnibus. La estación de esta empresa, considerada como un modelo dentro de las de su clase en todo el país, se ubicaba en la avenida San Antonio Abad 104 en un edificio de estilo funcionalista y fachada revestida de tabique aparente. Los camiones Flecha Roja salían diariamente a varios destinos, por ejemplo, a Cuernavaca cada 20 minutos; a Acapulco, cada hora; a las grutas de Cacahuamilpa, cada hora también. En cuanto a los tiempos de traslado de México a Acapulco (456 km de carretera) el ómnibus hacía 13 horas 25 minutos que incluía las paradas para comer; de México a Cacahuamilpa, empleaba cuatro horas 35 minutos.3
La línea de autobuses Flecha Roja se caracterizó por muchos años como una empresa cuyos choferes eran más que imprudentes a la hora de manejar, acción que por cierto se volvió “tradicional”. Para confirmar esta apreciación basta leer la nota aparecida en el diario El Universal, mayo de 1939 donde se menciona la queja de un pasajero que afirmaba que los choferes “imprimían mucha velocidad a los camiones sin tomar en cuenta la vida de los pasajeros…ni siquiera el reglamento de tránsito pues en las curvas –con peligro de chocar- no seguían por su derecha como era costumbre.”
Han transcurrido ya los primeros 20 años del siglo XXI y aún tenemos en México líneas de autobuses tradicionales que han podido seguir ofreciendo su servicio a todos los mexicanos y extranjeros: Estrella de Oro (1921), Flecha Amarilla (1932), Transportes del Norte (1934), Autobuses Anáhuac (1933), ADO (1939), Ómnibus de México (1948)… El autobús urbano y foráneo es desde su invención, el medio de transporte económico que vino a solucionar el problema de traslado de aquellas personas que no tienen la capacidad para adquirir un automóvil o viajar por otros medios. Los viajes por autobús representan el 83% de todos los realizados por carreteras. En 2018 se movilizaron tres mil 945 millones de pasajeros por este medio.4