Frida Kahlo, Raíz de Vida
“Mi cuerpo es un marasmo, no puedo escapar de él”
Pocos accidentes han definido la existencia de una persona, tal y como le ocurrió a Frida Kahlo en 1925, cuando el camión en el que viajaba fue embestido por un tranvía perteneciente a una de las líneas que prestaban el servicio de transporte en la Ciudad de México, bajo la regulación de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, dependencia entonces responsable de autorizar medios y vías de comunicación en la capital del país.
Al inicio de la segunda década del siglo pasado, la Ciudad de México se acercaba al millón de habitantes, por lo que la SCOP decidió implementar una política de transporte urbano que conjugó el sistema de tranvías eléctricos con vehículos motorizados, pues su objetivo era mejorar la vida cotidiana al abatir los tiempos de traslado de los pasajeros, diversificar rutas y destinos y, aplicar reglamentos de tránsito para conductores y peatones. Si bien, durante los primeros años del siglo XX, los tranvías vertebraron al transporte capitalino, los usuarios sentían “miedo de esas máquinas que se podían descarrilar, o los podían atropellar y electrocutar.”1
Conscientes de que la modernización del transporte era una necesidad impostergable, las autoridades de la SCOP consideraron introducir el servicio de camiones, el cual, pese a sus beneficios, implicó un incremento de vehículos en circulación, así como la construcción de obras públicas básicas como el trazo y pavimentación de nuevos caminos. Este auge de los transportes transformó progresivamente a la ciudad, pero los usuarios no dejaron de enfrentarse al temor de ser afectados por los percances entre los vehículos de tracción, los motorizados y los eléctricos, además de que no dejaron de quejarse por “la impericia y juventud” de los conductores que por entonces se unían a las filas de las recién creadas empresas de camiones viéndose obligados a lidiar con los “obstáculos de ser una víctima de la modernidad, o incluso, a poner en riesgo la vida misma”.2
“YO SUFRÍ DOS ACCIDENTES GRAVES EN MI VIDA”
Nacida en el pueblo de Coyoacán en 1907, Frida Kahlo creció al lado de su familia en la casa edificada en los terrenos que sus padres compraron como parte de la vieja hacienda de El Carmen. Su madre, Matilde Calderón y González fue descrita por Frida como “una mujer bajita, de ojos muy bonitos, fina de boca y morena… tan hermosa y delicada que parecía una campanita de Oaxaca.” Por su parte, el padre, Guillermo Kahlo, de origen alemán, quedó registrado en los recuerdos de su amorosa hija, como “un hombre muy interesante, de bastante elegancia al moverse y al caminar. Tranquilo, laborioso, valiente y de pocos amigos.”3
A los 9 años de edad, la pequeña Frida fue hospitalizada por primera vez
Con nueve años de edad, Frida padeció poliomelitis provocando que, por primera vez, conociera los pesares de estar hospitalizada y permanecer largo tiempo en cama. Desde entonces, su pierna derecha quedó muy delgada, lo cual le ganó las burlas de sus compañeros de escuela. No obstante, su mundo interior no sufrió mella ni tuvo impedimento alguno para que sus primeros “juguetes fueran los de un muchacho: patines y bicicletas.”
La familia Kahlo Calderón vivió los convulsos días de la Decena Trágica
Con un destino proclive a estar en el centro de los dramas personales y sociales, durante los años más convulsos de la revolución mexicana, Frida Kahlo vivió de primera mano los acontecimientos de la Decena Trágica (febrero de 1913), pues en su casa su madre abrió las puertas para atender a los heridos y a los hambrientos zapatistas que entonces intentaban llegar por el sur a la ciudad de México a reforzar la defensa del gobierno de Francisco I. Madero, el cual había sido víctima de un golpe de Estado. Aquellos terribles días fueron capturados por su memoria debido a “la emoción clara del chirriar de las balas y los corridos ilustrados de José Guadalupe Posada”4 mismos que, al paso de los años, se convertirían en la simiente revolucionaria que decidió a Frida a incorporarse a las organizaciones estudiantiles de izquierda, así como a la Joven Liga Comunista en los años veinte.
En la ENP Frida Kahlo cobró conciencia social y política
Interesada profesionalmente en la medicina, Frida Kahlo ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria en 1922, en cuyo seno cobró conciencia de los asuntos sociales, políticos y culturales más apremiantes de una nación volcada a su a reconstrucción y hacer realidad los principios de democracia, justicia y libertad. Alternando sus actividades académicas con su trabajo en el estudio fotográfico que su padre tenía en el centro de la ciudad, Frida se esforzó por lograr su independencia económica. De ahí que, hacia 1925 tomara lecciones de taquigrafía y mecanografía para postular a una plaza en la biblioteca de la Secretaría de Educación Pública, entonces titulada por José Vasconcelos. Deseosa de obtener una paga de entre 4 y 4.50 pesos, Frida -a los 18 años de edad- se imaginaba una vida en la que pudiera “ganar un salario, ser una mujer moderna y desafiar los dictados sociales que determinaban el destino de las mujeres.”
UN CAMIÓN, UN TRANVÍA Y UN BALERO
Con un futuro que se abría ante sus ojos, Frida Kahlo sufrió un accidente que dio un vuelco definitivo a su vida, pues la tarde lluviosa del 17 de septiembre de 1925, el camión donde viajaba con destino a Coyoacán fue embestido por un tranvía procedente del pueblo de Xochimilco.5 Frida dio testimonio de los hechos a los médicos y autoridades de la capital, el cual fue publicado por algunos periódicos6:
Después del terrible accidente, Frida Kahlo asumió que el arte era la vía para mirarse y revelar a sí misma y a los demás, los abismos interiores provocados por el dolor, sus heridas, sus llagas y la enfermedad que la acompañaría hasta su último aliento, de ahí que afirmara: “la tristeza se retrata en toda mi pintura, pero así es mi condición, yo no tengo compostura.”7
Al finalizar los años 20, Frida era reconocida como una gran artista
Pese a todo, al finalizar los años veinte, Frida Kahlo cerró esta etapa con una cosecha vital y artística significativa, que incluía su primer matrimonio con Diego Rivera, su labor en el Partido Comunista, su participación en diversas exposiciones en México y, la expectativa de realizar la primera muestra individual de su obra en la Julien Levy Gallery de Nueva York, Estados Unidos. Hacia la siguiente década, Kahlo lograría detentar un lugar indiscutible en el mundo artístico de la época, en especial, por su participación en una exhibición organizada por André Breton y Marcel Duchamp sobre el arte mexicano de vanguardia, así como en la Exposición Internacional Surrealista celebrada en 1939, en París, Francia.
DE “RAÍCES” PROFUNDAS Y PODEROSAS
Raíces es uno de los autorretratos menos atormentados de la pintora
A partir de 1943, Frida Kahlo experimentó un periodo de bonanza artística que la llevó a crear la obra Raíces, uno de sus autorretratos menos atormentados, pues en él manifestó su deseo de hundirse en la tierra para producir “un milagro vegetal nacido de su cuerpo.” En Raíces se ve a Frida nutrir la naturaleza para dar vida a un sarmiento, mientras que su cuerpo se alarga y extiende por un terreno seco y, aparentemente, yermo. Pese a ello, desde una ventana abierta al interior de su torso se aprecia el brote de un sarmiento verde y flexible que con su follaje cubre el paisaje seco para darle color y vida. Este cuadro de enorme belleza en su forma y simbolismo abrió para Kahlo una etapa en la que sus siguientes obras Flor de la vida, Diego en mi pensamiento, Autorretrato con monos y La novia que se espanta al ver la vida abierta, la consolidarían como la artista cuya “pintura es una bomba envuelta por una cinta de seda.”8
Para 1947, Frida Kahlo era reconocida como “un fenómeno en la pintura mexicana”9, por ello, el Instituto Nacional de Bellas Artes la incluyó en una exposición de 45 autorretratos de pintores mexicanos del siglo XVIII al XX. En su escrito a propósito de su participación en la exhibición, Frida explicó10:
Por más de 38 años, Frida Kahlo conoció la enfermedad y el dolor
Atada a los vaivenes del dolor, los hospitales y las enfermedades por más de 38 años, Frida asistió al “anochecer de su vida” cuando en agosto de 1953, los médicos le comunicaron que debían amputar su pierna derecha. Tras la devastadora intervención, la artista mexicana regresó a sus años de infancia para reunir fuerza y entregarse con heroísmo a una realidad que se le había vuelto extraña y, calladamente, penosa. En las primeras horas de la mañana del 13 de julio de 1954, Frida Kahlo Calderón abandonó este mundo y extendió sus alas para volar.