Primera mujer piloto aviadora mexicana

Primera mujer piloto aviadora mexicana

Ya tenemos una aviadora. Es una muchacha llena de ambiciones, de ideas aventurescas. Una muchacha valiente, con un corazón así de grande que no cree en la supremacía de los hombres [1] comenzaba así una pequeña columna en el diario La Prensa en la que se relata el riguroso examen sustendado por la señorita Emma Catalina Encinas Aguayo para obtener su licencia y título de piloto aviador.

Emma nació el 24 de octubre de 1909 en la población de Mineral de Dolores, municipio de Madera, Chihuahua. Sus padres la mandaron estudiar a los Estados Unidos donde aprendió el idioma inglés. Su afición por los aviones nació a muy temprana edad, decidiéndose por la carrera de piloto aviador; para ello ingresó a la Escuela de Aviación “Roberto Fierro”. A sus 23 años Emma era soltera, practicaba la equitación como deporte, y había estudiado hasta el segundo año de Universidad. Lucía una esbelta figura: 1.65 m de altura y 46 kilogramos de peso. El 28 de noviembre de 1932 pidió autorización al secretario de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP), Miguel M. Acosta, para presentar el examen práctico y obtener su licencia de piloto de turismo.[2]

Portada de La Prensa del 7 de diciembre de 1932, que testimonia la obtención del título de piloto aviador de Emma Catalina Encinas.
Portada de La Prensa del 7 de diciembre de 1932, que testimonia la obtención del título de piloto aviador de Emma Catalina Encinas.

Mediante oficio del 2 de diciembre de 1932 el Oficial Mayor, Julio Manero, de la Oficina de Comunicaciones Aéreas adscrita a la Dirección de Comunicaciones, autorizó a Emma iniciar sus prácticas de vuelo con el instructor Tte. Piloto Aviador Ricardo González. Al mismo tiempo, la futuro piloto realizó su examen teórico en los siguientes temas con sus respectivas calificaciones: Conocimiento del Aeroplano, MB (Muy Bien); Conocimiento de los Motores, B (Bien); Reglamentación Aérea, B (Bien).[3]

Emma presentó su examen práctico en el campo de aviación militar de Balbuena, en la Ciudad de México, a las 10 de la mañana del 4 de diciembre de 1932. De acuerdo con el diario La Prensa “se elevó a tres mil pies para hacer sensacionales espirales, y a dos mil para la acrobacia. Hizo cinco aterrizajes a la marca, con motor parado, varios ochos y algunas otras cosas. Su vuelo en general,  fue calificado de muy bueno, pues reveló sus amplios conocimientos en la aviación, su serenidad y su práctica.”  Cabe mencionar al jurado que estuvo integrado por el Tte. Coronel Fernando Proal, Jefe de la Oficina de Comunicaciones Aéreas de la SCOP, el Coronel Alberto Salinas y el Ing. Mariano Domínguez, Jefe de la Sección Técnica de la propia Oficina de Comunicaciones. Los tres coincidieron en otorgarle la máxima calificación: MB (Muy Bien). De esta manera Emma Catalina obtuvo su licencia de piloto de turismo no. 54, mientras que su título fue firmado hasta el 12 de abril de 1934.

Licencia de piloto de turismo obtenida por Emma Catalina Encinas, la primera piloto mexicana. Archivo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes 1932-1934.
Licencia de piloto de turismo obtenida por Emma Catalina Encinas, la primera piloto mexicana. Archivo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes 1932-1934.

Hasta 1944 la vida de Emma transcurría de forma habitual, entonces alguien se atrevió a “arrebatarle” su reconocimiento como primera aviadora mexicana. En el diario Novedades apareció un artículo el 9 de julio del referido año donde se daba tal atribución a la Srita. Elisa Lehmacher. Al día siguiente  Emma escribió al Sr. Pedro Souza, Jefe del Departamento de Aviación Civil de la SCOP,  una carta-reclamo donde le pide aclarar oficialmente que ella es la primera aviatriz titulada en México como respuesta al mencionado artículo; y ofreció un dato más: la segunda piloto de turismo mexicana fue la señorita Irma Panini. En el mismo tenor, mandó otra misiva al Sr. Gonzalo Herrerías, Director del periódico Novedades, pidiéndole que se aclarara esa información errónea y que el reportero que la escribió hiciera lo mismo.[4]

Pedro Souza le contestó nueve días después, asegurándole que ella era la primera mujer piloto mexicana; y que los comentarios aparecidos en Novedades fueron hechos por los instructores de vuelo de la señorita Lehmacher.

Título de Piloto Aviador de Turismo, otorgado a Emma Cataliana por el secretario de Comunicaciones y Obras Públicas Miguel M. Acosta, 1934. SCT.
Título de Piloto Aviador de Turismo, otorgado a Emma Cataliana por el secretario de Comunicaciones y Obras Públicas Miguel M. Acosta, 1934. SCT.

Después de ejercer poco tiempo su profesión de piloto, Emma se convirtió en intérprete oficial de Luis Echeverría Álvarez a quien le traducía también sus informes presidenciales, asimismo, fue perito traductora en varias dependencias gubernamentales. Antes de su muerte, ocurrida el 15 de noviembre de 1990, Emma deseaba tener una escultura (busto) de su persona en la Galería de los Próceres de la Aviación Mundial en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México; por desgracia, sólo pudo ver el molde de yeso.

Hoy día en que la mujer ha alcanzado una sólida presencia en numerosos y diferentes ámbitos laborales, la figura de Emma se agiganta por haber abierto -hace más de ochenta años- un nuevo horizonte para las mujeres en el difícil campo de la aviación. México cuenta actualmente con más de mil pilotos mujeres; y en el mundo existen más de cuatro mil que apenas representan el 4% de los pilotos comerciales.[5]

 

REFERENCIAS

[1] “La primera mujer aviadora que se ha titulado en México”, La Prensa (diciembre 6, 1932).
[2] Archivo Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Fondo Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP). Serie: Aeronáutica Civil. Subserie: Escuelas de aviación y prácticas de vuelo. Expediente: “Señorita Emma Catalina Encinas.” Fecha: 1932-1944.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem
[5] “La mujer mexicana en la aviación”, en AF air femme magazine 7 consultada el 4 de septiembre de 2019.

 

Portada: Emma Catalina junto al avión Anáhuac, 1932. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.