Los caminos en México. Un recorrido histórico
En México, los principales caminos datan de la época prehispánica, particularmente, las rutas camineras abiertas por las civilizaciones maya y azteca, cuya tradición, conocimientos y técnica de construir caminos a mano, persistió entre los pueblos originarios a lo largo de los siglos de la Colonia.
El “modo español “de intercambio comercial y de orientación de la economía en el siglo XVI, requirió de una red de caminos que, además de ceñirse a la expansión económica, también lo hiciera a las condiciones geográficas existentes en los territorios de ultramar.
Los españoles modificaron las rutas tradicionales para construir más y mejores caminos
A medida que avanzó el proceso de colonización, las rutas precortesianas sufrieron modificaciones debido a la necesidad de hacer más y mejores caminos, pues los habitantes de las Indias, al usarlos preferentemente para el tránsito de bestias de carga y tiro, no contemplaron pendientes ni curvas, aspectos que los españoles sí consideraron al construir las vías por donde debían pasar animales con carga y las carretas.
En el primer siglo colonial, el trazado de caminos partió de la ciudad de México para desplazarse de norte a sur y, de este a oeste
De esta forma, durante el primer siglo colonial, la apertura de caminos estuvo dominada por un trazado que tenía su origen en la ciudad de México y se desplazaba de norte a sur y, de este a oeste. Por ello, hacia el norte se abrió el Camino Real con el fin de desarrollar la minería y la ganadería, mientras que hacia el sur, -pasando por Oaxaca-, se abrió el camino rumbo al puerto de Huatulco y el Istmo de Tehuantepec. En dirección al oeste, el camino principal pasó por Cuernavaca para culminar en Acapulco.
Los caminos del Este fueron importantes vías de acceso a Veracruz, puerta al Nuevo Mundo
Por su parte, las rutas que cubrían el Este, fueron las más importantes durante del virreinato, pues era prioritario tener vías de acceso a Veracruz por ser la puerta de entrada y salida del Nuevo Mundo. De hecho, los caminos considerados más importantes en la época, fueron los que comunicaban a la ciudad de México con el puerto veracruzano gracias a que éste, era el único punto de conexión con Europa.
Los caminos en el México Independiente y el Republicano
En el término del siglo XIX, la construcción y reparación de caminos se vinculó al desarrollo ferroviario y portuario
El desarrollo de los caminos durante el México independiente se mantuvo en constante ascenso hasta la Reforma, momento en el que los caminos nacionales fueron vistos como la materialización del progreso y la bonanza a las que el país aspiraba. Dicha concepción, imperó hasta el término del siglo XIX, cuando en el marco del Porfiriato, la construcción y reparación de caminos experimentó un auge ligado al desarrollo ferroviario y portuario.
Es importante mencionar que los caminos troncales trazados entre 1867 (triunfo de la República) y 1876 (publicación del Plan de Tuxtepec con el que Porfirio Díaz desconoció al gobierno de Sebastían Lerdo de Tejada y llamó a tomar las armas), tuvieron como rasgos esenciales su extensión y tramos, pues casi todo ellos, nacían o convergían en la ciudad de México. Por ello, los caminos prácticamente, salían del ombligo de la nación, con dirección a la mayoría de las capitales de los estados, a seis puertos ubicados en el Pacífico, a cuatro en el Golfo y a tres puntos fronterizos con los Estados Unidos. Esto, naturalmente, propició que la zona del altiplano detentara la mejor comunicación e integración de caminos, en tanto que el sureste, quedó casi aislado.
La red de vías terrestres conectó centros de producción y vinculó la vida sociocultural de los mexicanos
Aunque los caminos hechos en los años de la República Restaurada fueron precarios, -pues no se contaba con los medios para construir vías duraderas-, es un hecho que los usuarios tampoco hacían mucho por cuidarlas o conservarlas. Con todo y sus condiciones, la red de vías terrestres permitió conectar los centros de producción, estimular las actividades comerciales y vincular la vida social, cultural y política de los diferentes pueblos y regiones.
1891, nueva etapa de los caminos nacionales
Por lo que respecta, a la red de caminos durante el cambio del siglo XIX al XX, ésta creció gracias al financiamiento de recursos públicos aportados por el gobierno federal, así como por los estados donde pasaban las diferentes rutas.
La obra caminera se consolidó con recursos públicos y mano de obra mexicana
Por eso, lo común en la construcción de caminos fue crear sociedades con fondos entregados por los municipios que empleaban mano de obra local, al tiempo que para conservarlos, usaban mano de obra gratuita. Este servicio dado por las autoridades y camineros de los respectivos municipios, era compensado por el gobierno mediante la exención del servicio militar para los varones en el ejército federal y en las guardias de seguridad de los distintos estados.
Como puede deducirse, la participación municipal se volvió fundamental para la conservación del buen estado de la red de caminos en el territorio nacional. Además de que la antigua tradición y conocimientos acumulados por siglos de las civilizaciones maya y azteca, principalmente, sirvió para reparar baches, reforzar terrenos blandos, empedrar cuestas para evitar que la tracción de los animales de carga desgastaran el camino, así como para limpiar cunetas y alcantarillas.
Con la creación de la SCOP hubo una política de fomento a los caminos de México
Esta dinámica de trabajo en la construcción y cuidado en las obras camineras cobró una dimensión diferente al nacer la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas en 1891, pues partir de entonces hubo una política de fomento a las vías de comunicación en aquellas regiones por donde la red ferroviaria no derramaba sus beneficios.
Las acciones de la joven Secretaría lograron que la red de caminos creciera y se mantuviera en buenas condiciones, aunque debido a las dificultades fiscales, la administración federal decidió en 1895, delegar la responsabilidad de abrir caminos, a cada uno de los gobiernos estatales. Esto impactó negativamente a las comunicaciones por tierra, ocasionando que los viejos caminos coloniales y republicanos debieran aguardar hasta la segunda mitad del siglo XX, para vivir una etapa de expansión y desarrollo.
La SCOP se especializa en la obra caminera
En 1917 nació la Dirección de Caminos y Puentes, oficina de la SCOP especializada en la obra caminera
En los años previos al triunfo de la Revolución fue un hecho que la inestabilidad política y las dificultades económicas pusieron en pausa a los caminos de México. Sin embargo, Venustiano Carranza, consciente de su importancia creó en 1917, la Dirección de Caminos y Puentes como una oficina especializada de la SCOP en la obra caminera.
Le correspondería a la presidencia de Álvaro Obregón (1920-1924), impulsar decisivamente la labor en caminos y carreteras, encomendándole a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas concebir el proyecto de legislación que promoviera la construcción y conservación de los caminos mexicanos y, con ello, sentar las bases de una política vial dirigida a generar “el bienestar social en su conjunto.”
Institucionalizar la construcción y conservación de caminos
La Comisión Nacional de Caminos institucionalizó la construcción y conservación de caminos
Mil novecientos veinticinco abrió una nueva etapa en las obras carreteras, ya que el gobierno de Plutarco Elías Calles ordenó la creación de la Comisión Nacional de Caminos, a través de la cual, se institucionalizó en México la construcción y conservación de caminos en todo el territorio nacional.
Aunque en un principio, el presidente Calles permitió la colaboración de empresas privadas para consumar las obras camineras, al cabo de un año, concluyó que lo mejor era que la Comisión se hiciera cargo por entero de los trabajos, logrando que para 1929, los kilómetros de caminos en la República aumentaran de 695 a 940.
En los años 30 del siglo XX, la SCOP fue la única entidad capaz de ayudar a construir caminos
Este éxito en el crecimiento de la red propició que hacia 1932 naciera, vía un Acuerdo Presidencial, la Dirección Nacional de Caminos adscrita a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, pues era la única entidad federal con capacidad para ayudar a los estados y municipios a construir caminos estatales e interestatales.
De esta forma, los años treinta del siglo XX fueron trascendentes en el desarrollo de los caminos nacionales, pues el gobierno federal estableció que para construirlos debía adoptarse un Acuerdo de Cooperación entre los estados, lo cual determinó la apertura de caminos “modestos” que enlazaran a todos los pueblos, rancherías, comunidades agrarias y pequeños poblados que entonces estaban incomunicados y alejados de los caminos de la red troncal.
Cumplir el anhelo de comunicación de los mexicanos
En 1947 se sembró la semilla primigenia de los Caminos Rurales
El anhelo de comunicación de cientos de nuevas poblaciones provocó que para 1947, la administración de Miguel Alemán organizara el Comité Pro-Carreteras Vecinales del Valle de Mexicali, semilla primigenia, no sólo de lo que más tarde fue el Comité Nacional de Caminos Vecinales, sino de lo que hoy conocemos como Caminos Rurales.
Las condiciones críticas de sequía vividas durante la decena de años entre 1967-1977, exigió del gobierno federal la aplicación de programas que mitigaran las condiciones adversas de los campesinos mexicanos que necesitaban empleo y generar ingresos. La construcción de caminos se presentó entonces como una alternativa de trabajo masivo, así como de incremento de la infraestructura caminera y carretera de México. Los objetivos centrales fueron construir kilómetros carreteros, comunicar a los poblados que tuvieran entre 500 y 2 mil 500 habitantes y utilizar en cada una de las obras los recursos más abundantes en cada región.
Los resultados obtenidos por diversos programas implementados hasta la década de los ochenta del siglo pasado, permitió que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes iniciara en 1986, un proceso de transferencia de la red alimentadora y rural de caminos a los gobiernos de las entidades federativas.
En el cierre del siglo XX, la SCT implementó programas para proteger el patrimonio vial de México
Es importante destacar que en las décadas de cierre del siglo XX, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes fomentó una política en caminos y carreteras que siguió el espíritu y vocación de su antecesora la SCOP, es decir, abrió e hizo caminos valiéndose de la cooperación y coordinación de los sectores público, privado y social con el fin de planear, construir, ampliar, modernizar y conservar el patrimonio vial de los mexicanos.