La SCOP en el Centenario de la Independencia de México
El gobierno de Porfirio Díaz materializó la idea de celebrar en 1910, los cien años del inicio de la revolución independentista, ya que desde 1877, un año después de iniciar su primer periodo de gobierno, tuvo la intención “por motivos patrióticos, de levantar un monumento en memoria de nuestra emancipación política y los héroes que la habían logrado.”1 Pese a la trascendencia del proyecto, éste sólo pudo cobrar forma hasta la administración de Manuel González, quien, a través de la Secretaría de Fomento, encabezada por Carlos Pacheco, convocó a la realización de un monumento al “inmortal Hidalgo”, así como a los caudillos que habían participado en la lucha por la Independencia de la Patria.
Desde 1877, Porfirio Díaz tuvo la intención de erigir un monumento en memoria de la emancipación independentista
Los arquitectos Clauss y Schultze, de Estados Unidos, resultaron ganadores del concurso, pero su propuesta no fue realizada debido a que el presidente Díaz prefirió “comprar la idea” para consumarla con otro autor y de diferente forma, pues desde la perspectiva del mandatario había que convertir, a la que entonces se llamaba Calzada de la Reforma, en una “maravilla urbana”, similar a los Campos Elíseos, en París, Francia.2
Al ser creada la SCOP en 1891, el presidente ordenó que se hiciera cargo de la obra con la que se honraría al movimiento insurgente
El interés por esta vía que representaba el progreso de México, sumado al deseo del viejo jerarca de erigir un monumento a la gesta independentista, propició que, al ser creada la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas en mayo de 1891, el presidente ordenara a la nueva dependencia hacerse cargo de la obra con la que se honraría al movimiento insurgente. No obstante, sería hasta el año 1900, que la SCOP, pidió al ingeniero y arquitecto Antonio Rivas Mercado, construir el Monumento a la Independencia.3
De esta forma, la primera piedra de la obra monumental fue puesta al iniciar el año 1892, en un acto convocado por la SCOP y, en cuya invitación se leía: “El Secretario de Estado y del Despacho de Comunicaciones y Obras Públicas, tiene el honor de invitar a usted para concurrir al acto en el que el presidente de la República colocará la primera piedra del monumento conmemorativo de la Independencia de México. Dicha ceremonia tendrá verificativo el 2 de enero, a las 10 y media de la mañana, en la gran glorieta de la Calzada de la Reforma.”4
Debido a que la Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, dispuso a partir del 26 de marzo de 1903, que los monumentos públicos bajo la responsabilidad de la SCOP fueran trasladados a la Secretaría de Gobernación, ésta solicitó al ingeniero Rivas Mercado, continuar con los trabajos de cimentación y edificación de la simbólica obra.
16 DE SEPTIEMBRE DE 1910: LA VICTORIA EN UNA OBRA
Superando una serie de obstáculos que incluyó el desplome en 1906, de una plataforma de concreto con viguetas de hierro y una estructura que alcanzaba los 2.5 metros de altura, así como el desafío de construir un monumento en torno a una columna, Antonio Rivas Mercado llegó a la ceremonia de la mañana del 16 de septiembre de 1910, dispuesto a relatar a los asistentes a las Fiestas del Centenario, la historia de “la Columna Monumental consagrada a recordar la epopeya y figuras de los campeones heroicos” que lucharon y dieron su vida por nuestra Independencia.5
En una ceremonia presidida por el general Porfirio Díaz, en la que estuvieron presentes miembros del gabinete, oficiales del Estado Mayor, enviados y delegados extranjeros, el cuerpo diplomático permanente, las comisiones de los poderes federales y empleados públicos, Rivas Mercado subió al templete improvisado, para leer un detallado Informe sobre los trabajos hechos en la Columna de la Independencia. En la explicación escuchada por miles de asistentes, el autor expuso en primer lugar, las dificultades impuestas por el subsuelo de la Ciudad de México, que había provocado hundimientos que fueron corregidos por los ingenieros Gonzalo Garita, Guillermo Beltrán y Puga y, por el propio, Rivas Mercado.
El discurso del entonces Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, enfatizó que la “Independencia, base del progreso alcanzado por México”, no había sido objeto de una obra justa, debido a las penurias que el erario había sufrido en épocas pasadas, pero que después de 10 años, por fin se entregaba a la nación mexicana, el pago de una “deuda de gratitud con los que habían hecho libre e independiente”6 a nuestro país.
La SCOP puso dos condiciones al ingeniero Rivas Mercado respecto a la obra: que fuera una columna conmemorativa y que se erigiera en el Paseo de la Reforma.
En palabras del ingeniero Rivas Mercado, cuando la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas le encomendó el proyecto, juzgó un “deber de patriotismo aceptar tan honroso encargo, desplegando todos los esfuerzos posibles para corresponder a la confianza que se le había dispensado”. La SCOP, -continuó- sólo puso dos condiciones para la composición de la obra: “que el monumento habría de consistir en una columna conmemorativa y que dicha columna debía erigirse en la cuarta glorieta del Paseo de la Reforma.”7
Pese a la claridad del proyecto, Rivas Mercado admitió que fue un desafío construir una obra arquitectónica de forma cilíndrica y de masa restringida, pues implicaba el riesgo de empequeñecer el espacio y desvirtuar la monumentalidad. La “idea compleja” expresada en la Columna de la Independencia en México, era heredera -en términos, del arquitecto-, de la columna de Lima, erigida en recuerdo de la victoria del Callao, lograda por las repúblicas de Perú, Bolivia, Chile y Ecuador sobre la armada española.8
Antonio Rivas Mercado sintetizó el espíritu de su obra de la siguiente manera: “La composición que hoy se inaugura consiste en una columna, como el programa lo pedía, pero dispuesta sobre un pedestal a modo de recibir, no solamente la Victoria alada, símbolo de nuestra independencia, que descansa en el vértice superior del monumento, sino también las figuras de los principales caudillos, agrupadas en torno de la base de la columna, y diversas estatuas alegóricas sobre pedestales adyacentes. Descansa este conjunto sobre una plataforma a la que se asciende por grandes escalinatas y que ostenta en cuatro puntos extremos, balaustradas con grandes farolas.” Debido a que el monumento está “ahuecado, el ascenso a la parte superior del capitel, donde se halla un balcón a 35 metros y medio de altura, permite contemplar el panorama de los alrededores.”
Sobre el material empleado, Rivas Mercado señaló que dominaba la chiluca de Santo Tomás Tlalmanalco, Estado de México, piedra de color gris azuloso, que favorecía los efectos de claro-oscuro, así como la nitidez de todos los ornatos. También anotó que, en la vista principal del monumento, aparecía la inscripción: “LA NACIÓN, A LOS HÉROES DE LA INDEPENDENCIA” y, delante de estas palabras, se veía un león gigantesco conducido por un niño, que simbolizaba al pueblo, por ser fuerte en la guerra y dócil en la paz. La historia de la Columna -finalizó el ingeniero- se condensa en los cuatro ángulos de su pedestal, en los que se hallan sentadas las figuras que representan la Ley, la Justicia, la Guerra y la Paz. Además, el capitel luce en sus cuatro caras, las águilas del escudo mexicano y en el remate del monumento, en bronce dorado, se eleva a 45 metros 16 centímetros de altura, la estatua alada, símbolo de la Independencia, que lleva en las manos una cadena rota y el laurel.9
De acuerdo con las crónicas de la prensa y las vistas cinematográficas, la inauguración de la Columna de la Independencia fue solemne y apoteósica. Y, a un día de haber sido descubierta a los ojos del pueblo, fue el punto donde culminó una manifestación en memoria de los héroes organizada por el Comité de Mecánicos y Ferrocarrileros. En este acto cívico y popular también “hubo discursos, se cantó el Himno a la Patria, el Canto a la Paz y el Himno Nacional”10, definiendo desde entonces a este monumento único, como el lugar donde se expresan los anhelos de lucha, alegría y libertad de los mexicanos.
REFERENCIAS:
2 José Cevallos, regente de ciudad de México en 1889 enfatizó que la Calzada de la Reforma, al ser el paseo público más frecuentado por los habitantes nacionales y extranjeros, necesitaba de los esfuerzos del gobierno y de particulares para hacer de este lugar, un sitio digno de la cultura y el progreso de la capital de la República. En La Patria en el Paseo de la Reforma.
3 El proyecto presentado por Antonio Rivas Mercado fue tan exitoso, que la maqueta elaborada por él, se expuso en el jardín frontal del Castillo de Chapultepec para que fuera conocida y admirada. Algo que no sólo ocurrió en México, sino en el mundo, debido a que la imagen del diseño, se publicó en 1902, en la prestigiosa revista L’Architecture. En La Patria en el Paseo de la Reforma.
4 En La Patria en el Paseo de la Reforma, p. 68.
5 Genaro García, Crónica Oficial de las Fiestas del Primer Centenario de la Independencia, México, Talleres del Museo Nacional, 1911, p. 167.
6 Informe leído por el señor Ingeniero don Antonio Rivas Mercado, Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes en el acto de inauguración de la Columna de la Independencia, el 16 de septiembre de 1910, en Crónica Oficial, pp. 74-75.
7 Ibid, p. 74.
8 Especialistas en historia del arte y la arquitectura sostienen que el Monumento a la Independencia en México tiene influencia de otras obras en su tipo como las columnas de Antonina, en Roma, la de la Plaza de Vendôme y de Julio, en París; la de Trajana y las del Gran Ejército, en Boulogne y la de Alejandro, en San Petersburgo, Rusia. En La Patria en el Paseo de la Reforma.
9 El ingeniero Rivas Mercado precisó que la estatuaria de la Columna de la Independencia fue modelada por el escultor Enrique Alciati, profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes y que las estatuas en mármol habían sido desbastadas en Carrara y, concluidas en el país; en tanto que, las estatuas en bronce habían sido fundidas en Florencia, de acuerdo con los diseños enviados desde México. Finalmente, los modelos para los ornatos fueron ejecutados en París, y terminaron de ser tallados en piedra, en México, por el ornamentista Nezzy y Regazoni. En La Patria en el Paseo de la Reforma.
10 Virginia Guedea, Asedio a los Centenarios (1910 y 1911), México, FCE-UNAM, 2009, p. 60.
FUENTES CONSULTADAS:
Ávila, Alfredo, et.al., (coordinadores), Diccionario de la Independencia de México, México, UNAM, 2010.
García, Genaro, Crónica Oficial de las Fiestas del Primer Centenario de la Independencia, México, Talleres del Museo Nacional, 1911.
Guedea, Virginia (coordinadora), Asedio a los Centenarios (1910 y 1911), México, FCE-UNAM, 2009.
Guedea, Virginia (editora), Los discursos del centenario de la Independencia en 1910, México, UNAM, 2010.
Martínez Assad, Carlos, La Patria en el Paseo de la Reforma, México, UNAM-FCE, 2005.
México 200 Años. La Patria en Construcción, México, Chapa Ediciones, 2010.