Tren “El Jarocho” siempre será el primero
La ruta ferroviaria México-Veracruz es la más antigua del país. Fue abierta al público el 1 de enero de 1873. El gran desarrollo industrial, económico y social que tuvo esta región -y el país entero- a partir de entonces, se debió sin duda a la presencia de este ferrocarril, que tuvo que sortear numerosos obstáculos para su conclusión: cadenas montañosas, barrancas, ríos caudalosos, paisajes naturales de gran belleza y exuberante vegetación; y librar una altura de más de dos mil metros en algunos de sus trayectos. No en balde fue conocida en sus inicios como la “ruta de las mil maravillas” donde se incluye a las Cumbres de Maltrata, impresionante cadena montañosa.
RENOVARSE O MORIR
En la renovación del tren “El Jarocho” se construyeron nuevos puentes, túneles y viaductos
En la década de los años ochenta del siglo pasado Ferrocarriles Nacionales de México se abocó a modernizar el sistema ferroviario nacional, para ello atendió la reparación de vías, la rehabilitación de vagones, estaciones, talleres, etc. En la ruta del renovado tren “El Jarocho” se realizaron algunas obras importantes, entre otras la construcción del túnel llamado “El Mexicano” que alcanzó una longitud de casi tres kilómetros (2,960 m) convirtiéndolo entonces en el túnel ferroviario más extenso de Latinoamérica.
Sobresalían también el nuevo puente Metlac con una altura máxima de 130 metros y una extensión de 430 metros; los viaductos Azumbilla, Vaquería, Acultzingo y el viaducto túnel Pensil -de trazo curvo- enclavado en plena montaña. Este último fue reconocido en 1993 por la organización Puente Alcántara en España, y en 1996 obtuvo el Premio Brunel otorgado por el gobierno de Dinamarca.1
“El Jarocho” formó en esa época parte importante del Servicio Estrella de Ferronales al ofrecer un servicio de lujo a los viajeros poniendo a su disposición carros comedor, carros dormitorio, etc.
“EL JAROCHO” EN LA MEMORIA
Según el imaginario popular los viajeros disfrutaron siempre del paisaje natural que ofrecía este tren a través de sus grandes ventanas; muchos recuerdan aún el olor a caoba que desprendían los asientos hechos con esta madera. Las maletas o equipaje podían ser colocadas sobre unas rejillas en la parte alta de los vagones que casi llegaba al techo.
Más de 100 vendedoras “asaltaban” al “Jarocho” para ofrecer al viajero sus mercancías en la estación de Maltrata
La ruta del tren “El Jarocho” era Ciudad de México-Puebla (con su ramal a Apizaco, Tlaxcala)-Veracruz y hacía un promedio de 10 horas de recorrido. “Mi México Antiguo” un grupo de poblanos que aman el ferrocarril nos comparten sus experiencias, Sarita Vázquez afirma: “yo recuerdo mucho esos ferrocarriles, se podía ver con calma los paisajes, en algunos pueblos subían a vender comida, fruta, golosinas, qué bonito era viajar en ferrocarril, ¡qué tiempos aquellos!”2
Por su parte Pedro Stevenson, Secretario General del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de México, sección 3 de Apizaco, da su testimonio sobre algunas de las estaciones donde se detenía “El Jarocho”: “Recuerdo la comida en Maltrata, le pusieron a ese lugar Las pizzas mexicanas, vendían unas memelas ¡así de grandes y bien sabrosas! Ahí paraba el tren y también te vendían aguacates. En Esperanza sin mentirte había como 120 vendedoras. Llegabas a Teotihuacan: pulque, enchiladas y quesadillas.”3
El tren “El Jarocho” que hacía su recorrido de México a Veracruz y viceversa ponía a disposición de los usuarios: coches dormitorio mejor equipados, restaurante y bar, así como un pequeño observatorio.
Después de la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de México, “El Jarocho” realizó su último recorrido al llegar a la estación Buenavista de la Ciudad de México el 18 de agosto de 1999.