El uso de los ferrocarriles en la Revolución Mexicana: un movimiento social que viajó en tren
“Corre, corre, que el tren ya va apurado
Corre, corre, en la Revolución
porque en batalla ya van muchos heridos,
por las metrallas y balas de cañón.
Corre que corre, los trenes hospitales, corre que corre en la Revolución
En los vagones atienden los doctores, a los heridos y en recuperación…”1
La Revolución Mexicana que inició en 1910 fue uno de los acontecimientos más complejos y trascendentales de la historia moderna de México. Aunque suele recordarse por sus líderes como Madero, Villa, Zapata o Carranza, hubo un protagonista sobre rieles que intervino en el curso del conflicto: el ferrocarril.
Además de ser un medio de transporte de carga y de pasajeros, el tren fue un instrumento militar, político y simbólico que definió estrategias, permitió la movilidad de los ejércitos y, en muchos sentidos, conectó a un país que se encontraba en convulsos movimientos sociales. Las necesidades que se presentaban día a día en el periodo de guerra trajeron como consecuencia un uso extraordinario de sus vagones que atravesaron la basta geografía del país.
El ferrocarril como espacio social y símbolo revolucionario
El tren no solo transportaba civiles y mercancías, sino también ideales: la esperanza de un México más justo y libre.
Las imágenes de trenes repletos de campesinos armados se volvieron icónicas. Los corridos revolucionarios, la fotografía y posteriormente el cine inmortalizaron el ferrocarril como símbolo de movimiento y cambio social. En este sentido, el tren no solo transportaba civiles y mercancías, sino también ideales: la esperanza de un México más justo y libre. Se utilizó para distribuir periódicos, documentos revolucionarios o panfletos y fue el transporte de los líderes revolucionarios que difundieron sus ideas.
Los ferrocarriles fueron espacios de vida y resistencia. Al tomar el control de las distintas estaciones, los líderes revolucionarios lograron movilizar sus tropas, obstaculizar los movimientos de los adversarios, así como transportar alimentos, municiones y medicamentos. Además, en ellos viajaron también mujeres, conocidas como adelitas o soldaderas. Eran mujeres aguerridas y decididas que incluso ayudaron a tomar el control de las vías férreas y los trenes, tuvieron el papel de soldadas, cocineras y enfermeras dentro de los vagones.

Las mujeres que iban con las huestes en los ferrocarriles se ocuparon de cocinar en los vagones, de ser espías, contrabandistas y de conseguir alimento
Las “soldaderas” eran mujeres mestizas e indígenas que iban con los soldados. Se enrolaron en el ejército acompañando al marido o estaban en los cuarteles con un papel activo en las tropas. Las razones por las que las mujeres soldaderas decidieron marchar con los maridos fueron diversas: administrar el salario del soldado para alimentar a la familia, la leva forzada o el pago de sus servicios. Estas mujeres que iban con las huestes en los ferrocarriles trasladaron su vida y sus pertenencias a los trenes de la revolución a expensas de la estrategia de los ejércitos. Se ocupaban de cocinar en los vagones, de ser espías, contrabandistas y de conseguir alimento cuando arribaban a alguna estación del ferrocarril.2

El ferrocarril como escenario móvil de guerra
Cuando estalló la Revolución, las distintas facciones y ejércitos comprendieron rápidamente que controlar las vías del tren a lo largo y ancho del país significaba controlar el territorio. Las locomotoras también servían como centros de mando y trenes blindados.
Los revolucionarios atacaban los trenes del enemigo para descarrilarlos o destruirlos, fue una táctica clave en el movimiento armado.
Las diferentes guerrillas que estuvieron presentes en la revolución provocaron tensiones en el sistema ferroviario, los jefes, los oficiales o insurrectos incautaban los trenes y los usaban como cuarteles móviles. Aquellas prácticas las hicieron tanto Francisco I Madero en contra de la dictadura porfiriana, como Venustiano Carranza en su levantamiento contra Victoriano Huerta, lo que provocó un desbalance en el funcionamiento general de los ferrocarriles al saber su valor logístico, utilizándolos para coordinar los movimientos de sus ejércitos en regiones extensas como Sonora, Coahuila o Veracruz.3 Era bien conocido que los revolucionarios atacaban los trenes del enemigo para descarrilarlos o destruirlos, fue una táctica clave en el movimiento armado.
La División del Norte, encabezada por Francisco Villa, también incursionó en el uso estratégico del ferrocarril. Villa organizaba sus ofensivas en torno a los nodos ferroviarios del norte del país y los trenes de los que se apropió se transformaron en auténticas fortalezas rodantes.[4] Algunos vagones eran reforzados con placas metálicas, lo que les permitía protegerse y avanzar en combate mientras transportaban tropas y artillería. Villa se apoderó en el norte del país de los ferrocarriles Paredón-Durango-Tepehuanes y Zacatecas-Chihuahua, que eran parte del antiguo Ferrocarril Central Mexicano. Posteriormente, Venustiano Carranza, como presidente de la República Mexicana prohibió a sus militares las incautaciones de los trenes. Para fines de 1917, su gobierno dio cuenta de que el sistema ferroviario mexicano perdió 3,873 carros de carga, 38 vagones de pasajeros y 50 locomotoras. Muchos tramos de las vías férreas desaparecieron, y tanto puentes como rieles se vieron destruidos. En el periodo Carrancista se inició un periodo de reconstrucción del transporte ferroviario, en 1921 fueron adquiridos 500 carros de carga, 45 de pasajeros, 15 de exprés y 20 locomotoras.5

Las emergencias médicas dentro del ferrocarril: hospitales móviles
Desde que se construyó el primer ramal de ferrocarril de México a Veracruz se puso sobre la mesa incorporar el servicio de atención médica, para ello se instauraron el hospital de Buenavista, el primero destinado a la atención de los ferrocarrileros en la Ciudad de México. De esta manera, se estableció que cada ferrocarril de pasajeros debía llevar una caja de socorros, pero no siempre se seguía en la práctica.6
Surgen los trenes-hospitales: se llevó a cabo la adaptación de vagones del tren para convertirlos en salas de consulta, de operaciones, de curación y recuperación.
Hacia 1912 gracias a las sugerencias del Dr. Guadalupe Gracia García y la dirección del Dr. Guillermo Cerqueda, se pudieron llevar a cabo la adaptación de vagones del tren para convertirlos en salas de consulta, de operaciones, de curación y recuperación. El par de médicos Guadalupe y Guillermo idearon el cómo establecer un quirófano, dividir los vagones de heridos en “pacientes” y otros en “post operatorios”, así como separar a éstos de los que contraían otro tipo de enfermedades.7 En los vagones-hospitales se realizaron amputaciones, cirugía intestinal, drenaje de abscesos, entre otros procedimientos.8
En 1915 los ejércitos que contaban con trenes hospitales eran los de Francisco Villa en la División del Norte, el Ejército del Noreste de Pablo González y el ejército del Noroeste del General Álvaro Obregón, en ellos participaron numerosas enfermeras y médicos atendiendo heridos.9 La práctica de la cirugía no sólo era necesaria, fue un nuevo campo práctico donde los médicos y enfermeras tuvieron que responder de forma inmediata y con recursos mínimos para estabilizar a los heridos de la guerra.

Los trenes hospitales utilizaron mesa de operaciones, instrumentos de cirugía, literas, así como insumos de salud: vendas, algodón, soluciones de iodo para el aseo de heridas, etc. En ellos actuaron médicos, enfermeras, jefes de secciones sanitarias y en los mejores casos, un administrativo que registraba muertos y heridos. Uno de los trenes hospitales mejor organizados en el ramo de atención médica, fue el del ejército de Francisco Villa, el cual recibió el nombre de Brigada Sanitaria a cargo del Dr. Andrés Villareal originario de Monterrey. Algunos de los heridos se recuperaban adentro del tren, mientras los que necesitaban otro tipo de cuidados especializados eran enviados a hospitales cercanos a su paso del ferrocarril.10
El hecho de que los trenes hospitales existieran en el contexto revolucionario trajo como consecuencia la baja en la mortalidad entre los soldados de las distintas facciones. Los que no lograban sobrevivir, lejos de tener una ceremonia luctuosa, los cuerpos eran enterrados atrás del convoy de carros sanitarios o a lado de las vías conforme pasaba el tren.
En conclusión, el ferrocarril fue mucho más que un medio de transporte durante la Revolución Mexicana: fue el motor que impulsó la lucha, unió geografías y simbolizó la modernidad en medio del caos. En sus vagones se movieron ejércitos, pueblos enteros y sueños de transformación. La Revolución social viajó sobre rieles, tal como mencionó el historiador John Womack: “sin los trenes, la Revolución Mexicana habría sido una serie de levantamientos locales, no una guerra nacional”11
Bibliografía
Abdo Francis, Miguel: Ramón Vázquez Ortega, La cirugía en la Revolución Mexicana, Revista Médica del Hospital General de México, vol. 74, núm1, enero- 2011, pp. 50-55
González de Cosio, Francisco, Historia de las Obras Públicas en México, Tomo IV, México, Secretaría de Obras Públicas, 1976, 475 pp.
Katz Friedrich, Pancho Villa, Tomo 1, México, Ediciones Era, 517 pp.
Rocha Islas, Martha Eva, Los rostros de la rebeldía. Veteranas de la Revolución Mexicana, 1910-1939, México, INEHRM, 2016, 562 pp.
Rodríguez Paz, Carlos Agustín, El ferrocarril y la atención médico-quirúrgica del mexicano, una aventura de la salud sobre rieles (1880-1920), en Mirada Ferroviaria, año 14, No. 43, septiembre-diciembre 2021, pp. 30-38.
Womack, John, Zapata y la Revolución Mexicana, México, Siglo XXI editores, 237pp.
REFERENCIAS
1 Fragmento de la canción de Santiago Huerta Romano, “Los trenes hospital durante la Revolución Mexicana” en Historias Cantadas del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=6HKrKdx5DIs
2 Martha Eva Rocha Islas, Los rostros de la rebeldía. Veteranas de la Revolución Mexicana, 1910-1939, INEHRM, 2016, pp. 285-289
3 Francisco González de Cosio, Historia de las Obras Públicas en México, Tomo IV, México, Secretaría de Obras Públicas, 1976, p. 172
4 Friedrich Katz, Pancho Villa, Tomo 1, México, Ediciones Era, 1998, pp. 331-340.
5 Francisco González de Cosio, Historia de las Obras Públicas en México […]p. 172
6 Carlos Agustín Rodríguez Paz, El ferrocarril y la atención médico-quirúrgica del mexicano, una aventura de la salud sobre rieles (1880-1920), en Mirada Ferroviaria, año 14, No. 43, septiembre-diciembre 2021, p. 33
7 Carlos Agustín Rodríguez Paz, El ferrocarril y la atención médico-quirúrgica del mexicano […], p. 36
8 Miguel Abdo Francis, Ramón Vázquez Ortega, La cirugía en la Revolución Mexicana, Revista Médica del Hospital General de México, vol. 74, núm1, enero- 2011,p. 52
9 En palabras de Martha Eva Rocha, un ejemplo de las mujeres fue Carmen Baca, quien era estudiante de medicina en 1913 e invitada por su maestro, trabajó como enfermera en el servicio sanitario de la División del Norte. Martha Eva Rocha, Los rostros de la rebeldía […] pp. 233-234
10 Miguel Abdo Francis, Ramón Vázquez Ortega, La cirugía en la Revolución Mexicana […], p. 54
11 John Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, México, Siglo XXI editores, 1970, p. 127