Cartas y telegramas para armar la revolución
“Para mí la guerra empezó desde que nací”
Pancho Villa
En marzo de 1911, Pancho Villa prometió a quienes se unieran a su lucha en favor de la causa de Francisco I. Madero, entregarles tierras para cultivo, una vez consumado el triunfo de la Revolución, pues sabía que la necesidad de dotar de tierras a quienes desearan trabajarlas convencería a miles de mexicanos de tomar las armas e ir a los campos de batalla. Aunque este ideal fue el motor del gran movimiento social que terminaría por derrocar a la dictadura de Porfirio Díaz, Villa aglutinó las aspiraciones de independencia económica y municipal, largamente, postergadas en el norte de México.
Los campesinos del norte mexicano trabajaban en extensos latifundios
Con una organización del trabajo y una distribución de la riqueza centrada en la formación y explotación de grandes latifundios, los campesinos de estados como Chihuahua, Durango y Sinaloa experimentaron durante el porfiriato un desplazamiento que dificultó la existencia y labor de los pequeños propietarios, así como la de los aparceros, propiciando que el poder de los grandes terratenientes no tuviera freno, pues además de ser “los dueños de la tierra, lo eran de la vida.”
Villa comprendió que el problema fundamental de la nación era el de la tierra
Nacido bajo la condición de peón, Pancho Villa entendió desde joven que el problema fundamental de México era el de la tierra, por lo que, al conocer los ideales y propuestas de Francisco I. Madero en su campaña rumbo a la elección presidencial de 1910, supo que no había otro camino para él y la nación, que el de la lucha armada por la libertad, la justicia y la democracia.
La oratoria democrática y antirreeleccionista de Madero contagió a los habitantes de Chihuahua
La revolución de las ideas y de los tiempos llegó a Chihuahua el 15 de enero de 1910, cuando comisionado por el Centro Antirreeleccionista de México, “Benito Juárez”, Francisco I. Madero rindió en la plaza pública de la capital del estado, un discurso donde afirmó que “su único mérito era conocer y tener fe en el pueblo mexicano, el cual había sabido salvar a la Patria de los peligros y las amenazas más grandes.”1
Madero defendió la voluntad inquebrantable del pueblo de ser gobernado por la Ley
La situación por la que atraviesa actualmente la República -añadía Madero- era demasiado conocida: “en todas partes, en todos los corazones de los mexicanos, palpita el deseo de libertad. En todas partes se manifiesta, cada vez con más resolución y energía, la voluntad inquebrantable de que seamos gobernados por la Ley. Ya no queremos gobiernos paternales, [porque] en la mayoría de los casos y en la mayoría de los países, degeneran en gobiernos tiránicos y nosotros no queremos exponernos a sufrir una nueva tiranía.”2
PANCHO VILLA Y LA REVOLUCIÓN MADERISTA
Ligado al maderismo por su ideario y propósitos, Pancho Villa terminó por asimilar la causa revolucionaria, al asistir a las reuniones clandestinas que los miembros del Club Antirreeleccionista sostenían cerca de la Penitenciaría de Chihuahua con el fin de organizar a quienes quisieran prepararse para defender los derechos del pueblo y formar una fuerza, pues en palabras del propio Madero, “nosotros, separados somos débiles. La única fuerza nuestra está en la unión.”3
La efervescencia política y social hizo que Pancho Villa tomara las armas
Imbuido por la efervescencia política y social que anunciaba la caída del sistema de poder por más de 30 años, Pancho Villa -acosado entonces por las autoridades federales-, se lanzó a la Revolución al lado de Abraham González, líder opositor y cabeza del maderismo en Chihuahua. Para Villa, el llamado a encabezar a quienes combatirían en el norte del país fue: “Don Abraham nos habló sus palabras con mucha emoción. Nos dijo él: -Ha llegado el momento de emprender la campaña. Yo me voy al norte del Estado, a Ojinaga, y tú, Pancho, te vas al sur. Saldrás para San Andrés a organizar las fuerzas, y todos reconocerán como jefe a Cástulo Herrera. Espero, que obedecerán sus órdenes y sabrán cumplir con su deber hasta morir, o hasta triunfar por la noble causa que perseguimos.”4
Desde 1910, Villa estuvo dispuesto a pelear hasta el último aliento por el triunfo de la Revolución
Dispuesto a mantenerse leal y pelear hasta el último instante de su vida, Villa inició en noviembre de 1910, un trayecto y un ejército que le permitiría sumar a miles de mexicanos a la Revolución, combatir en los diferentes escenarios de guerra en los estados de Chihuahua, Durango, Coahuila, Zacatecas, así como incursionar en varios territorios de la frontera con los Estados Unidos.
Pancho Villa utilizó los servicios del telégrafo y del correo como ningún otro revolucionario
Urgido de medios de comunicación con los cuales poder dar a conocer los partes de guerra de forma inmediata, Villa utilizó intensivamente los servicios del telégrafo y del correo, pues gracias a ellos, asuntos como la compra de armas, los nombramientos de los diversos jefes, las instrucciones para el cese de hostilidades, el envío de refuerzos, la entrega de pagos para las tropas y las órdenes para mantener el orden en ciertos poblados, se hicieron fundamentales para armar la Revolución desde las ciudades y plazas que Pancho Villa y sus hombres, ocupaban.
Personal de telégrafos y correos combatió con sus conocimientos y equipos en la Revolución
Bajo estas circunstancias y al paso del tiempo, un nutrido grupo del personal de Telégrafos y Correos Nacionales, adscritos entonces a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP), terminarían por unirse a la revuelta armada sin ninguna clase de fusil o carabina, sino con sus conocimientos y equipos para formar el contingente de empleados federales más amplio en pie de lucha por el triunfo de la Revolución.
